de cuando el caos se enamoró de la cuadrícula,
y se desordenó el orden en cualquier día del calendario,
sin remedio,
a modo de flechazo,
-justo en el momento que un calcetín de lunares no encontraba a su pareja,
y decidió ir al cine con otro de rayas-
así sin planificarlo…
y se gustaron,
y pideron deseos a la vez,
y la agenda se convirtió en astronauta para bajar la luna al desastre, y se la ató a los pies de su cama como si fuera un globito… y al desastre se le ordenó el corazón,
y se ilusionaron porque de repente del cajón salieron parejas de guantes de lana del mismo color, que milagrosamente llevaban años sin separarse,
y en la hoja de calendario de Diciembre hubo algunos días que no todo salió como se había organizado…
-quizá el quid de la cuestión esté en el punto medio… dijo el primer cajón de la cómoda de la habitación.
-o puede que eso de enamorarse sea un absoluto desastre ordenado y sólo haya que dejarse llevar?… dijo la almohada.
-¡el tiempo dirá!, dijo el reloj de la habitación.