a tu corazón,
a esos errores que te piensas permitir,
a cada uno de tus «ójalas», de tus «me la juego», de tus «contigo pan y cebolla».
¡Súbete!
a tu imaginación… porque siempre salva,
a las veces que habrá un «más veces»,
a las canciones que creías perdidas.
¡Súbete!
a tu principio de incertidumbre,
a los «¡no me doy por vencido!»,
a los «¡podré!»,
a las sonrisas de cualquier lunes a las siete de la mañana.
¡Súbete!
a las piedras del camino,
a tu maravillosa forma de resolverte,
a la montaña,
a reservarte el derecho de un beso,
a tus noches de asiLo.
¡Súbete!
a creer en tí,
porque eres tu mejor musa, tu mejor teorema de Pitágoras, tu mejor soLución a la ecuación…
el mejor «yo» que «tú» puedes tener.
-Mami, ¿podemos elegir nuestros sentimientos?
-No pequeña, pero en esa «no elección» está lo único auténtico que nos queda.